La metacognición es un proceso consciente en el que las personas son conscientes de sus procesos cognitivos y ejecutivos, como la planificación antes de resolver un problema o el autocontrol durante la lectura. Por ejemplo, un escritor puede necesitar ayuda para componer una obra. La situación se da cuando un escritor está trabajando en un texto, pero mientras lo hace, se da cuenta de que falta algo. Nota que a sus personajes les falta profundidad o detalles. Esta constatación se produce porque el escritor está reflexionando sobre su trabajo, pensando en lo que funciona y lo que no.
En este punto, deciden hacer una pausa y adoptar un enfoque diferente. En lugar de continuar con la escritura, se detienen y crean perfiles detallados de los personajes, que incluyen aspectos como la personalidad, la historia de fondo y la apariencia. Después de hacer esto, descubren que pueden volver a escribir y continuar con más fluidez. Esto ejemplifica la metacognición, que se refiere al proceso de pensar sobre el propio pensamiento y utilizar esa conciencia para mejorar el desempeño.
El proceso de metacognición comprende tres etapas principales: adquisición, retención y recuperación. En el aprendizaje de idiomas, por ejemplo, la adquisición implica la comprensión de la gramática y el vocabulario, la retención implica la práctica y la memorización, y la recuperación se refiere al uso del idioma en la conversación o la escritura.
La metacognición abarca tres dominios: conocimiento metacognitivo, experiencias metacognitivas y estrategias metacognitivas. El conocimiento metacognitivo mejora significativamente la calidad y la eficacia del aprendizaje académico y el aprendizaje autorregulado. También promueve la autonomía del alumno y el éxito académico. En un contexto de aprendizaje, la metacognición permite a los estudiantes planificar su enfoque de una tarea, monitorear la comprensión y el progreso y ajustar las estrategias según sea necesario. Este proceso de autorregulación ayuda a los estudiantes a ser más independientes y eficaces. Por ejemplo, un estudiante puede darse cuenta de que entiende mejor el material a través de ayudas visuales, lo que lo lleva a incorporar diagramas y gráficos en sus rutinas de estudio.
Las experiencias metacognitivas se refieren a los sentimientos, pensamientos o emociones que surgen durante las actividades cognitivas. Representan la conciencia de los procesos de pensamiento de una persona mientras realiza tareas. Estas experiencias funcionan como mecanismos de retroalimentación que ayudan a regular el aprendizaje o a abordar la resolución de problemas. Por ejemplo, después de revisar el material para un examen, se realiza una evaluación de la comprensión. La confianza en el material puede llevar a seguir adelante, mientras que la incertidumbre puede impulsar un estudio o revisión adicionales.
Las estrategias metacognitivas incluyen la fijación de objetivos, la organización de la información y la evaluación de la propia comprensión. Mediante estas estrategias, los estudiantes pueden identificar las fortalezas y debilidades de su conocimiento. El uso eficaz de la metacognición permite una mejor adaptación a nuevas situaciones de aprendizaje. Por ejemplo, al reflexionar sobre su proceso de aprendizaje, un estudiante puede determinar qué métodos funcionan mejor para él y ajustar sus hábitos de estudio en consecuencia. Por lo tanto, el conocimiento metacognitivo no solo ayuda en las tareas académicas inmediatas, sino que también prepara a las personas para el aprendizaje permanente al fomentar un enfoque adaptable y reflexivo ante nuevos desafíos.
Del capítulo 5:
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