Los alucinógenos son sustancias psicoactivas que alteran profundamente las experiencias perceptivas, generando imágenes visuales y sensoriales irreales. A menudo denominadas drogas psicodélicas (término derivado de las palabras griegas “psyche” (mente) y “delos” (revelador), estas sustancias incluyen la marihuana y la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), entre otras. Estas drogas varían en intensidad y efectos.
La marihuana, derivada de las hojas y flores secas de la planta del cáñamo, contiene delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) como su principal ingrediente activo. El THC altera las membranas neuronales e influye en varios neurotransmisores y hormonas, lo que produce una serie de efectos fisiológicos y psicológicos. Los usuarios suelen experimentar un aumento de la frecuencia cardíaca, enrojecimiento de los ojos, sequedad de boca y percepciones distorsionadas del tiempo y el espacio. Sus efectos psicológicos son una mezcla de características excitatorias, depresivas y ligeramente alucinatorias. El consumo crónico de marihuana puede afectar negativamente a la salud reproductiva, reduciendo el recuento de espermatozoides en los hombres y alterando los ciclos hormonales en las mujeres. Esta alteración puede provocar resultados adversos en el parto si se consume marihuana durante el embarazo, lo que subraya los posibles riesgos a largo plazo asociados a su consumo.
El LSD es un potente alucinógeno conocido por su capacidad de provocar importantes cambios perceptivos incluso en dosis bajas. Los consumidores suelen manifestar alucinaciones visuales intensas, una alteración del sentido del tiempo y cambios bruscos de humor. El LSD afecta a los niveles de serotonina y dopamina del cerebro, lo que contribuye a estos dramáticos cambios perceptivos. Los efectos secundarios físicos más comunes incluyen mareos, náuseas y temblores, lo que refleja la poderosa influencia de la droga en el sistema nervioso central. La profunda alteración de las funciones cognitivas y las percepciones sensoriales bajo la influencia del LSD pone de relieve sus intensas propiedades psicoactivas.
Tanto la marihuana como el LSD alteran sustancialmente las funciones cognitivas y las percepciones, aunque a través de mecanismos diferentes y con intensidades variables. Los efectos de la marihuana se producen principalmente a través de la alteración de las membranas neuronales por el THC, lo que afecta a una amplia gama de neurotransmisores y hormonas. En cambio, el LSD ejerce su influencia predominantemente modulando los niveles de serotonina y dopamina, lo que produce cambios perceptivos y emocionales pronunciados. El impacto de estos alucinógenos en el cerebro subraya la complejidad de sus efectos psicoactivos y los importantes riesgos asociados a su consumo.
Si bien los alucinógenos como la marihuana y el LSD permiten comprender mejor el complejo funcionamiento de la mente humana, su potencial para producir profundas alteraciones perceptivas y cognitivas exige una consideración cuidadosa de sus efectos y riesgos. Comprender los mecanismos de acción y las consecuencias de estas sustancias es crucial para mitigar sus efectos adversos sobre la salud y el bienestar.
Del capítulo 4:
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