Las hormonas, los mensajeros bioquímicos producidos por las glándulas endocrinas, son fundamentales para regular las funciones corporales y mantener la homeostasis. El equilibrio de cada hormona es crucial; los desequilibrios pueden provocar importantes trastornos fisiológicos. Las hormonas principales son la oxitocina, el cortisol, la epinefrina, el estrógeno, la testosterona, la tiroxina, la hormona del crecimiento, la insulina y el glucagón.
La oxitocina, producida en el hipotálamo y liberada por la glándula pituitaria, desempeña un papel en los vínculos sociales, el parto y la lactancia. Su hiposecreción puede impedir las interacciones sociales y las respuestas al estrés, lo que puede contribuir a afecciones como la depresión. La hipersecreción de oxitocina, aunque menos común, podría exagerar las contracciones durante el parto o causar un reflejo de eyección de leche hiperactiva durante la lactancia.
El cortisol, secretado por las glándulas suprarrenales, regula el estrés, el metabolismo y las respuestas inmunitarias. La hiposecreción de cortisol causa la enfermedad de Addison, que se manifiesta con fatiga y debilidad muscular, mientras que la hipersecreción conduce al síndrome de Cushing, que se caracteriza por obesidad, hipertensión y niveles elevados de azúcar en sangre.
La epinefrina, también secretada por las glándulas suprarrenales, aumenta la frecuencia cardíaca y la producción de energía en respuesta al estrés. Su hiposecreción puede atenuar la respuesta al estrés, poniendo en peligro la supervivencia en situaciones agudas, mientras que la hipersecreción puede provocar síntomas de estrés persistentes, como ansiedad crónica y dificultad cardíaca.
El estrógeno, producido principalmente por los ovarios, es esencial para la salud reproductiva femenina, ya que influye en el ciclo menstrual, la densidad ósea y los niveles de colesterol. Cuando el estrógeno se secreta en niveles inferiores a los normales, puede provocar irregularidades menstruales y un mayor riesgo de osteoporosis debido a la disminución de la densidad ósea. Por otro lado, la hipersecreción de estrógeno se asocia con un mayor riesgo de cáncer de mama y de útero, lo que refleja el papel crítico pero delicado de la hormona en el crecimiento y la replicación celular.
La testosterona, producida principalmente por los testículos, está asociada con los tejidos reproductivos masculinos, la masa muscular y ósea y el crecimiento del vello corporal. La hiposecreción de testosterona puede provocar una reducción de la masa muscular, un deterioro de la función sexual y una disminución de la densidad ósea, lo que a menudo conduce a la osteoporosis. Además, puede afectar a la estabilidad del estado de ánimo y provocar síntomas depresivos. Por el contrario, la producción excesiva o hipersecreción de testosterona puede predisponer a las personas a afecciones como el agrandamiento de la próstata y se ha relacionado con un aumento de la agresividad y alteraciones del estado de ánimo.
La glándula tiroides, situada en el cuello, secreta tiroxina, que regula el metabolismo, el crecimiento y el desarrollo. El hipotiroidismo surge de la hiposecreción de tiroxina, que enlentece el metabolismo, lo que provoca aumento de peso y letargo. Por el contrario, la hipersecreción conduce al hipertiroidismo, que se caracteriza por un aumento del metabolismo, pérdida de peso y nerviosismo.
La hormona del crecimiento, otro producto de la glándula pituitaria, regula el crecimiento y el metabolismo. La hiposecreción de esta hormona en los niños provoca retraso del crecimiento y baja estatura, mientras que la hipersecreción puede provocar gigantismo o acromegalia, en los que los huesos aumentan de tamaño de forma anormal.
La insulina y el glucagón, secretados por el páncreas, trabajan juntos para controlar los niveles de glucosa en sangre. La deficiencia o resistencia a la insulina produce diabetes mellitus, que se caracteriza por niveles elevados de azúcar en sangre, mientras que el exceso de insulina produce hipoglucemia, que presenta riesgos como daño cerebral y convulsiones.
La hormona pineal, conocida comúnmente como melatonina, es producida por la glándula pineal, una pequeña glándula endocrina ubicada cerca del centro del cerebro. La melatonina es fundamental para regular los ritmos circadianos del cuerpo, influyendo en los ciclos de sueño-vigilia y los ritmos biológicos estacionales. También está involucrada en varias funciones biológicas, incluida la modulación del estado de ánimo y el rendimiento del sistema inmunológico. La hiposecreción de melatonina puede provocar trastornos del sueño, como el insomnio, y puede contribuir a los síntomas del trastorno afectivo estacional (TAE) y ciertos tipos de depresión. Por el contrario, la hipersecreción de melatonina es menos común, pero puede provocar somnolencia excesiva y alteración del ritmo circadiano, lo que puede afectar las funciones cognitivas y la estabilidad del estado de ánimo. Ambas afecciones resaltan la importancia de tener niveles equilibrados de melatonina para mantener una salud óptima.
Del capítulo 2:
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