El cerebro humano, un órgano complejo, se divide funcionalmente en dos hemisferios cerebrales: izquierdo y derecho. Estos hemisferios están interconectados por una estructura de suma importancia, el cuerpo calloso. Este importante haz de fibras neuronales no es solo un puente entre los hemisferios, sino un elemento crucial para el funcionamiento integral del cerebro. Permite una comunicación eficiente entre los dos hemisferios, lo que permite que cada lado del cerebro controle y recibe información sensorial y motora del lado opuesto del cuerpo. Esta disposición es vital para las acciones físicas coordinadas y las percepciones sensoriales.
Cada hemisferio del cerebro está especializado para manejar diferentes tipos de tareas cognitivas y perceptivas, un fenómeno conocido como lateralización.
Hemisferio izquierdo
El hemisferio izquierdo es predominantemente responsable del procesamiento de información lingüística y matemática estructurada. Supervisa funciones como la producción del habla, la comprensión de la gramática y la sintaxis, y otros elementos del lenguaje que son esenciales para la lectura y la comunicación verbal. La capacidad de este hemisferio para descomponer las palabras en sus sonidos constituyentes y analizar la estructura de las oraciones es fundamental para una comunicación eficaz.
Hemisferio derecho
El hemisferio derecho se destaca en el procesamiento de información visoespacial y no verbal. Desempeña un papel crucial en el reconocimiento de rostros, la interpretación de escenas visuales y el procesamiento de música y otros sonidos complejos. Además, este hemisferio es experto en discernir el tono emocional y los matices no literales del lenguaje, como el sarcasmo o la ironía. Esta capacidad es vital para las interacciones sociales y la comprensión de las señales sutiles de comunicación.
Curiosamente, incluso en casos de traumatismo cerebral grave o en personas con un "cerebro dividido" (una afección en la que el cuerpo calloso se corta quirúrgicamente o desaparece), el cerebro humano demuestra un notable grado de plasticidad. En tales situaciones, cada hemisferio puede adaptarse compensando funciones que normalmente gestiona el otro. Por ejemplo, cuando se interrumpen las conexiones entre los hemisferios, las personas pueden seguir realizando tareas complejas, lo que demuestra la adaptabilidad del cerebro y las capacidades independientes de cada hemisferio.
El cuerpo calloso no solo sirve como puente que facilita la comunicación interhemisférica, sino que también garantiza que las funciones especializadas de cada hemisferio se integren armoniosamente, lo que permite un procesamiento cohesivo y eficiente de la información en todo el cerebro. Esta integración es fundamental para la naturaleza multifacética de la cognición, la emoción y el comportamiento humanos.
Del capítulo 2:
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